Las palabras fueron avispas y las calles como dunas cuando aún te espero llegar. Todo arde si le aplicas la chispa adecuada

-Héroes del Silencio-

21 julio 2009

Tan inmensa, tan irremediablemente Tú

Por las noches he estado atrapado en este corazón axfisiado, preguntandome porque tu juego me había dejado así, porque tu fuego había quemado toda la razón. Tu sombra me acompañó, me persiguió hasta el desesperante e insostenible azote de la inercia mental. Vivías entre la luz y la oscuridad, el afecto y la maldición, el cariño y el rencor, el olvido y la nostalgia, el aire y el huracán, el beso y el desprecio. Y la mayor de las casualidades nos regaló un encuentro, tan inmenso como breve, tan intenso como leve. El tiempo pasa, si, para los que regalan los segundos al azar, a la rutina. No sé tus intenciones pero si supe de tus sueños, de tus ambiciones, de tu sonrisa, de tu belleza, de tu entrega, de tus ojos tan irremediablemente entregados a una causa, a tu vida, a mi amor, a nuestro amor. Un instante mientras hago un recuento de estos nueve años descendiendo al abismo de la soledad y Tú estás tan cerca que no consigo eliminar lo que no quiero de tí. Y tras este vendaval de amarguras resumidas en un segundo sigues bella, imponente ante mis ojos. Te miro y tiemblo y no consigo hilar un par de frases con sentido, porque sigues tan inalcanzable, no seré nunca capaz de describir lo que hay dentro de mí. Nunca te hubieras ido de haber sido otro, nunca te hubiera dejado de querer de haber sido otra. No tengo predilección por otra que no seas tú.

14 julio 2009

La esperanza del adios

El sol no brilla diferente, pero está más distante, será que regala su luz de otra manera. Hoy alargó una sombra, dulce y fina y no se tenía una pose huidiza. En determinación, no puede ser de un hombre. Me mantuvo un marcaje fiel mientras recorria la avenida. A Charo la de la perfumeria le extrañó que alguien me siguiera y su cara era de sorpresa cuando la saludé. Elvira me paró a la puerta de su pequeña y coqueta tienda de incienso. Yo quería que me consumiera, estaba harto de tanta persecución. Viré una esquina y ya agarraba bronca por no soltarte de mi trasero. Se acabó la avenida, no había más calles en las que pudiera seguir mi camino, que terminó siendo una huida. Terminé frente a una tienda de ataudes. Me mantuve frente ella algunos instantes, en alguno de ellos querría estar dentro de ellos, me agotaba tu presencia. Al girarme para ver tu sombra te habías ido. De tan cerca que estuve en el final empezó el principio.

06 julio 2009

No hay tregua

Recién tuve una de las acostadas más tristes de mi vida, o acaso una de las más desilusionantes. La culpa como otras veces fue de una mujer, esta que me había acompañado durante unos largos meses en mis previos vencimientos del sueño, en el diván de la compañia. Llegó entre rumores, prejuicios, ilusiones, adulaciones...Se hizo esperar en llegar, en oir sus primeras palabras y ver sus primeros gestos. Y todo ocurria según mi idealismo. En cada página encontraba un aliento para seguir descubriendola, para seguir queriendola sin poder tocarla, para seguir amandola si poder besarla pero cada noche me citaba con su susurro que me animaba a romper todos los estereotipos del amor o esta receta que cada uno le llama como quiere sin equivocarse nadie: pasión, química, empatia, confianza, complicidad. Cada noche al reengancharme a su historia ella estaba allí para romper los recuerdos del pasado, para abrir nuevos horizontes. Su inmenso amor era el mio sin ser real y me confundia. Saber esperarla ha sido una de mis pocas virtudes. Asimilar su marcha será, probablemente, un acto de soberbia madurez pero tambien una pliega ante la fustración. Se fue como vino, sin decirme ni hola ni adios. Se fue. Avellaneda acabó.
Todos queremos algún día poder amar a Avellaneda